En menos de lo que tarda un micro de Bs. As. a Mar del Plata,
estamos en otro país completamente diferente. París también nos recibe con
lluvia, y así es como se va a quedar los próximos 5 días.
Llegar a la estación de tren de cualquier país siempre es un
cambio, y esta vez no es la excepción. Creo que nos imaginábamos la estación de
otra forma, más moderna, más ordenada. Sin embargo, en el período de tiempo que
Damián merodeó por la estación tratando de recuperar el cuchillo despachado,
nosotros 3 esperamos en un rinconcito, atormentados por el idioma, mientras
recibíamos pedidos de todo tipo, que suponemos, era plata. “Ye ne comprepá”,
una de las 3 frases que me había estudiado a la perfección para estos casos. A
los chinos siempre les funciona en el supermercado. “No entiendo” es universal,
y para mí significa “no te doy bola”, entre otras cosas.
Despacho recuperado, intentamos comprar los boletos de metro, no
quiero ser reiterativa pero, en estos países, los aeropuertos y las estaciones
están conectados con el centro de la ciudad. No era tan difícil de planificar
cuando hicieron los aeropuertos parece….
Ahí va otra frase: “parle vu
anglá?”.”No, pero hablo español”. Y a partir de ahí, nuestro sueño se hizo
realidad. Los franceses hablan español.
Rápido, rápido nos fuimos hasta el departamento que habíamos
alquilado. Es el día de hoy que sigo asombrada de lo orientado que está mi
marido. Tiene un google maps en el cerebro, que se actualiza con cada conexión
a internet. Llegamos y nos recibe Menhi, o como se escriba, y a subir 5 pisos.
Por escalera. Con equipaje, por supuesto. Disnea clase funcional 4 le llamamos
Bren y yo. No puedo respirar, le llamaría el resto. Las escaleras son angostas,
viejas como todo el edificio, o más. El departamento es el del último piso. Y
su superficie total sería comparable a la del bañito que hay en mi casa, debajo
de la escalera. Las fotos de internet son una engaña pichanga, diría Damián, ya
que la habitación de arriba, es un entrepiso donde hay un colchón en el piso, y
hay que entrar agachado. No apto para claustrofóbicos, ni para Bren que le
tiene pánico a los bichos. El ambiente principal es la
habitación-cocina-living-mini baño. Bueno, no importa, la ubicación es óptima y
no pensamos cocinar. Largamos los bártulos y salimos a caminar, deslumbrados
por un atmósfera totalmente distinta de la que veníamos. París tiene una onda
impresionante. Florerías, verdulerías lindas!! Donde se ha visto una verdulería
linda en Buenos Aires? Vean las fotos y opinen. Y esas panaderías, por Dios y
la Virrrrgen las cosas que tienen!! En París nos pusimos un par de kilos de
más, es todo tan rico y tentador. Y encima llueve, hace frío, y llueve más al
día siguiente.
Qué hace uno cuando llega a vacacionar a la playa? Se pone las
ojotas y se va a la playa. Bueno, nosotros partimos rumbo a la Torre Eiffel,
qué mejor bienvenida a París que esta. En el trayecto, hicimos un recorrido
fotográfico por el Pont Neuf, por el barrio Saint Germain, por los cafés donde se
juntaban escritores importantes y los lugares que describía Cortázar, mi amiga
es una experta en la materia y no le dan las piernas para ir de un lugar a otro
de tanta emoción.
En el camino, nos topamos un el mejor baño público que hemos visto
hasta ahora, y considero que es inmejorable. Un baño al que se accede tocando
un botón, se cierra la puerta, y una voz de dama comienza a hablar en francés,
supongo que dando instrucciones de algo que, a esta altura del partido, sabemos
de memoria cómo hacer. Uno se aleja del inodoro, elije cuán caudaloso debería
ser el desagote del inodoro (de acuerdo a lo depositado por uno, se entiende),
se acerca al lavatorio donde, extendiendo las manos, éste le proporciona jabón
y agua, y luego aire caliente para secado. Al presionar un botón, se abre la
puerta, que se cierra cuando uno sale, para que se lave todo el baño y pueda
entrar el siguiente. Dios bendiga a París por instalarlos, y a la señora que
nos explicó cómo se entraba. A propósito de esta señora, debo decir que también
nos llevamos una grata sorpresa con la gente con la que nos cruzamos. Nos
habían advertido que los parisinos eran mala onda y poco amables, pero no hubo
un solo día en los que nos hayan visto parados en una esquina con un mapa y no
nos hayan preguntado dónde queríamos ir.
Chaparrones de por medio, pasamos por el Puente Alexander III, Les Invalides, los Jardines
de Tuileries, y mientras de lejos vemos al museo del Louvre y la Iglesia de
Notre Dame, ahí en frente tenemos la torre! Ahora sí, a subir los cientos de
escalones para acceder a una de las mejores vistas de París, aprovechamos que
salió el sol para sacar unas cuantas fotos, en las que salimos un poco
despeinados por el chiflete que corre ahí arriba.
Al día siguiente, tomamos el tren a Versailles para visitar el
Palacio y sus hermosos jardines. Diríjase al álbum de fotos e imagine cuán
bellos serían sin esos nubarrones negros constantemente amenazantes alrededor.
El Palacio, por dentro, es divinamente ostentoso. Como todos los palacios que
visitamos hasta ahora, tiene una sala para cada cosa. Mientras caminamos, nos
preguntamos cuántos sirvientes tendrían, cómo harían para encontrarse sin
intercomunicador en las habitaciones, y cosas útiles de ese estilo. Tuvimos que
pagar entrada a los jardines, que habitualmente no se paga, pero con la suerte
de presenciar el show de aguas danzantes, que esperamos más de una hora que
empiece…nada comparado con la Fuente Mágica de Barcelona que , usted, lector
frecuente, recordará de post anteriores. Basta de soportar este frío, nos
tomamos el tren de regreso para subir al Arco del Triunfo, y luego caminar por Champs
Elysées, una emblemática avenida parisina llena de comercios (de los famosos y caros), qué lugar tan top!.
Caminar
por París es un placer, pero siento que tengo las piernas cortas al lado de las
de mis compañeros, porque ya me llevan una cuadra, y justo estos días me agarró
una contractura muscular en el tórax que de a ratos no me deja respirar. Creo
que todo empezó cuando corrimos con el equipaje por el aeropuerto de Londres.
Qué suerte que Darío hace unos masajes fabulosos, en pocos días, estoy casi
curada.
También
visitamos las Catacumbas de París, porque parece que toda la ciudad tiene
túneles y catacumbas por debajo. Son del 1700 o antes, y resulta que ahí ponían
a los muertos de la guerra, y de la peste porque parece que largaban olor. Un
tiempo después, se pusieron a “organizar” los cadáveres, y bueno, quedó así. El
recorrido es super interesante, y no apto para claustrofóbicos. De este espacio
cerrado pasamos a otro totalmente abierto, los Jardines de Luxemburgo, luego de
donde hacemos un stop para comernos un crep calentito para paliar el hambre y
el fresquete.
Ya
estamos listos para subir escaleras. Me corrijo diciendo que los demás están
listos, yo simplemente, voy a sacar unas fotitos con el poco aliento que me queda, a Notre Dame. Y después, a bajar a las criptas
arqueológicas. Y después a Saint Chapelle (que tiene unos vitreaux
espectaculares!!), a la Consergerie, que para que vean que por lo menos leí los
cartelitos, les cuento que era una antigua prisión en la época de la Revolución
francesa, donde estuvo presa María Antonieta antes de ser decapitada. Qué
copados los franceses en ese entonces.
El
museo del Louvre, gigantesco, famosísimo desde antes de salir en esa peli (El
código Da Vinci), nos abre sus puertas después de ca…. de frío un rato en la
entrada. Elegimos dos o tres cosas que deseamos conocer, tal como sugieren las
guías, ya que es inmenso comparado al tiempo que nos queda en París . Elegimos
ver lo más divertido y lo más famoso. Qué frívolos. Así que visitamos las salas
de Egipto y Grecia, la Venus (esa que no tiene brazos) algunas pinturas de
artistas conocidos, como por ejemplo, La Mona Lisa, que la reconocimos porque
siempre está rodeada de un tumultuoso grupo de japoneses sacando fotos. Justito
en frente, hay una pintura gigantesca: las Bodas de Caná, no sé por qué a la Gioconda
le dan más bola. Damián fue el único que quiso escabullirse en el tumulto
oriental para sacarle una foto, y cuando volvió dijo “Te hipnotiza”. Qué miedo.
Después
fuimos a Montmartre, que está como en una colina, y supuestamente tiene varias
cosas para ver. Digo supuestamente porque era tanto tanto lo que diluviaba, que
no pudimos hacer mucho más que almorzar en un barcito, entrar a la Iglesia de Sacre
Coeur, obviar el paseo de compras por los
mercados y negocios de souvenirs (ufa!!), y hacer una pequeña recorrida por los
sex shops, previa foto en el Moulin Rouge. Una mañana casi perdida, y de mal
humor, que no mejoró demasiado como el clima, cuando caminamos por la zona de
las Galerías Lafayete, e hicimos una pequeña escala en Decathlón en busca de
algunas ofertas.
Cena
de lujo en la casa de Dorothée!! Dorothee es la hermana de Philippe, uno de
nuestros huéspedes en Buenos Aires el verano pasado. Nos hizo una invitación
irresistible: una cena con quesos y vinos franceses. Era lo que estábamos
necesitando, rica comida, ricos vinos, y una excelente compañía de una francesa
que nos pudiera contar un poco más de su
hermoso país.
Qué
bien la pasamos!! Probamos quesos de cabra, roquefort (que suena tan distinto
cuando lo dice un francés…), camembert, y algún jamón crudo para acompañar.
También nos dio una explicación sobre el origen de los vinos que probamos, que
al rato no me la acordaba justamente por eso, porque los probé. La velada fue
una conjunción de cosas, no sé si fue el vino, la buena onda de nuestra anfitriona,
o que Brenda toma dos sorbos y ya se pone así, pero nos reímos mucho (y eso que
hablamos de política también) y la pasamos muy bien. Super agradecidos, y
siendo nuestra última noche en París, todavía nos queda pendiente ver el show
de luces en la Torre Eiffel, así que corremos y corremos, hasta que casi sin
aliento, llegamos, cuando se apaga. Ufa, hay que esperar 50 minutos. Mientras
dura el efecto del etanol estamos bien, pero en seguida se pasa, y empieza a
llover torrencialmente. Por fin!! La torre destella coloridamente!! Es
impresionante el espectáculo, y tanto lo que llueve, que apenas termina nos
subimos a un taxi ansiosos por zambullirnos en la cama calentita. Oh, oh…una
gotera en el “ático” sobre nuestro colchón. Todas las colchas mojadas. Un
despliegue sin precedentes para bajar ese colchón por la diminuta escalera
caracol (si no fuera que estábamos los 4 colgando del colchón hubiera sacado
una foto), para dormir cual gitanos, todos en el monoambiente. Mientras, y
marcando el paso, el vecino de abajo golpea el techo para que todos nos vayamos
a dormir, como si no quisiéramos. Se hace de día más rápido que de costumbre,
nuestros últimos ratitos en París alcanzan para tomar el Batobus, visitar el
Centro Pompidou, caminar un poco por Les Marais, y entrar a una panadería que,
sin exagerar, era el paraíso. Con un cansancio terrible acumulado de la noche
anterior, armamos las mochilas, y nos despedimos de nuestros amigos que
seguirán un rumbo diferente. Gracias por estos días hermosos! Nosotros tratamos
de subir al metro que nos lleva al aeropuerto. Digo tratamos porque una vez
más, nos sentimos como en la estación Congreso a las 6 de la tarde. Pero este
es el primer mundo, porque hay un negro con chaleco fluorescente cuyo trabajo
consiste en empujar para adentro del vagón a la gente que no entra (mientras
grita algo en francés) y cierra la puerta.
Esperamos
al subte siguiente ya que contamos con tiempo de sobra. Damiancito está
alistado con tanta anticipación que podríamos viajar a otro país y volver antes
de tomar nuestro avión. Está bien, prefiero así. Nos espera una larga noche en
nuestro vuelo a Atenas!
1 comentario:
We did not receive your updates! We have just seen your post on Paris ;-)
We are glad you spent good time in Paris, especially with Dorothee!
Hope to have news from you soon,
As far as we are concerned, we are now in Laos, and it's very great!
Hugs!!
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