Llueve, diluvia y caen
soretes de punta el día que elegimos para ir a Udine. Pero estamos emocionados y ansiosos por
conocer el lugar donde nació Dino (mi suegro, y papá de Dami), asi que nos
abrigamos (suerte que compramos esos polar en Decathlon!! Y suerte que Tere nos
hizo traer un paraguas), desayunamos bien temprano en el hotel chino (por fin
alguien del hotel que habla en inglés y nos carga el termo para el mate!) y
salimos tempranito para la estación de tren.
Nos separan 127 km. y el tren está cómodo y calentito, pero no da para
dormir y despertarse quién sabe dónde.
Llegamos a Udine.
Sigue lloviendo, pero nada comparado a lo que lloverá después. Atravesamos la
Porta Aquileia (que es como un portal de entrada). Es una emoción tremenda, sobre todo porque es
más lindo de lo que esperábamos. Tranquilo, lindo, ordenado. Casas y casitas
que conservan, en su mayoría un estilo. Más urbanizado de lo que imaginamos,
circulan alfa romeos y audis como si nada. El olorcito a café de la media
mañana me está matando, pero no puedo dejar de sacar fotos, y tengo que
seguirle el ritmo a Damián, que está potenciado por la ansiedad de llegar a
Tiberio Deciani 71. Pasamos por la
puerta del museo del Duomo, caminamos por la Piazza della Libertá y sacamos miles de
fotos a la torre del Reloj y la Loggia del Lionello. Al lado hay un Castillo y
por supuesto, otra iglesia (bueno, hay millones). Hablando de iglesias, allí
vamos, a las iglesias donde Dino se bautizó y tomó la comunión.
Listo, basta de dar
vueltas, vamos a Tiberio Deciani 71 y veamos qué hay, porque esta lluvia nos
está pudriendo.
Ufa, qué
decepción, hay unos departamentos.
Hubiera sido genial encontrar una casita con un cartelito que diga “acá vivía
Dino Peloso”, o algo así. Pero bueno, era esperable que en una casa de más de
70 años no estuviera más.
Lo que sí está, y
tiene un cartelito de “lugar histórico”, es la Trattoría Al Frati, un
restaurante donde cocinaba la tía de
Dino, y es hermoso!! Así que decidimos probar la pasta italiana. “buongiorno,
io parlo español, entiende español?”” No”, me dijo, “mangiare?” Listo, nos
entendemos. El menú estaba imposible de leer, pero la camarera nos sugirió un
primo y secundo (se entiende que son dos platos no?) que decidimos compartir.
Unas pastas con espinaca y no sé qué, que estaban buenísimas. Y el segundo
plato una carnecita bastante cruda, condimentada a la perfección, que a Dami le
encantó y yo me comí las papas. El tiramisú estaba tentador, pero fuimos por el
cafecito, y lo de cafecito es literal, porque lo sirven en un pocillito de 1
ml. bien concentrado.
Con la panza llena y
mucha fiaca volvimos a sumergirnos en la lluvia para pasar por la biblioteca y
rodear el castillo, que tiene una vista preciosa de la ciudad. Si no estuvieran
esas nubes, sería perfecto.
En el camino, hacemos
una parada para comprar unos regalitos. Estamos contentos, y se lo contamos a
todos los vendedores que parecen alegrarse por nosotros. La que no entendió
nada fue la china que nos atendió en el negocio donde compramos una valija para
agrandar el equipaje, ella me hablaba en chino, yo en español, y gratzie de acá
y de allá, nos vendió lo que quisimos.
Y en algún momento tenía que pasar, con tantas
diagonales nos desorientamos y casi volvemos caminando hasta Venecia en busca
del Templo Osario. Listo! Lo encontramos, nos merecemos un capuccino para
secarnos un poco y emprender la vuelta en tren, desde donde estoy escribiendo
estas líneas mientras Dami mira por los vidrios empañados, con una sonrisa que
ojalá le dure para siempre…
PD: subimos muchas fotos para que las pueda ver Dino, pero vale hacer zapping.
PD: subimos muchas fotos para que las pueda ver Dino, pero vale hacer zapping.
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