sábado, 14 de abril de 2012

Arrivati a VENECIA

Después de un vuelo tranquilo, arrivamos al aeropuerto de Venecia y nos dirigimos a tomar el colectivo local a nuestro hotel. Para mi sorpresa, Dami sabía qué colectivo tomar, todo su recorrido, y hasta dónde teníamos que bajar, cosa que en Buenos Aires jamás ocurre. Llegamos al Hotel Viena en busca de introducirnos en la cultura italiana, pero vamos a tener que esperar unos días, ya que es un hotel Chino, lleno de Chinos. Por cierto, estamos bastante asombrados de la cantidad de chinos e indios que viven y trabajan por lo menos en Venecia (todavía no conocemos otros lugares de Italia). Del hotel rescato la calefacción, el agua caliente y la cercanía con la estación de trenes. A propósito de la estación, debo decir que fue casi nuestro primer contacto con la sociedad, y la impresión fue de caos y desorganización: Nos sentimos como en casa!!! Acostumbrados al orden y la pulcritud de las estaciones de España, ésta es todo lo contrario. Trenes no tan nuevos (pero mucho mejores que los nuestros eh!), mugre, gente corriendo y anuncios en los parlantes que casi no se escuchan (al margen que están obviamente sólo en italiano). Pero a medida que pasan los minutos, ya aprendemos a leer las carteleras, validar los boletos, y viajamos perfectamente hacia donde queremos. Los trenes son puntuales, ahí sí que nos diferenciamos bastante. A una estación de distancia está Venecia, y es increíble estar allí!! Ya nos fuimos y todavía no creo que caminamos por esas callecitas, y entramos a la Iglesia de San Marcos. El ambiente es especial, y se camina un montón, un poco por placer, otro poco porque no hay muchas formas de llegar a otro lado, y otro poco porque es imposible no perderse en sus callecitas estrechas y diagonales. En algunos lugares nos sorprende los años que tienen las casas, y el estado en el que están. La gente vive ahí, no sabemos cómo ni por qué. En otros lugares, donde el sol calienta un poco más, y se tiene una vista más privilegiada, coincidimos en que Venecia es pintoresco. Caro, carísimo, pero pintoresco. Es llamativa la cantidad de negocios de ropa de marcas caras y famosas. Y en casi todas las callecitas abundan los puestos de regalos, el olorcito a café de las cafeterías (con las vidrieras llenas de cosas riquísimas para comer, pero que no voy a probar), heladerías a montones (ahí hicimos una pequeñísima escala, y el chocolate es lo más!!!), y pizzerías. Muy a nuestro pesar, sólo nos alimentamos con productos farináceos: piadinni ( que son como unos sanguchitos con pan de pizza) Genoveses (que son ooootros sanguchitos con pan de pizza) Involtini (que son unos rollitos con pan de pizza…) Y así todos los sucedáneos de la pizza. Están buenísimos, pero a esta altura del partido, mi ecosistema necesita alguna fibra. Veremos qué nos ofrece mañana Firenze (Florencia). Basta de hablar de comida, cosa difícil en Italia porque morfan de lo lindo: antipasti, primi, secundi; y cuando se pide una pizza, la pizza se la come uno solo, acá no se comparte. Dato útil para el viajero amigo: acá hay que probar el Spritz, un aperitivo que no sé qué tiene pero está buenísimo. La principal atracción es la Piazza San Marco, gigante, rodeada de la Iglesia San Marco, el Campanille (una torre altísima con una vista privilegiada de Venecia, a la que se accede por la módica suma…) y el Procuratie Nove, lugar diseñado en el 1500, donde vivió Napoleón años más tarde. La Iglesia es impresionante, lástima que no se puede entrar con cámara de fotos. Dorada del piso hasta el techo. Espectacular y enceguecedora. No entramos al Palacio de Ducalle, lo dejamos para la próxima. Pero dimos una vueltita en vaporetto, un poco apretaditos con la gente que va a trabajar y los miles de turistas que visitan Venecia todos los días. La Iglesia Santa María della Sallute también es gigante, y se ve de todas partes. Y hay miles de iglesias y parroquias más, hay más que habitantes diría yo. Los gondolieri. Una raza difícil de categorizar, medio ladri, medio laburadores. Un paseíto en góndola de 40 minutos cuesta 100 euros. Ahora, si uno también quiere que le canten, es otro precio, que se arregla antes de la vueltita. Propina no incluída. A esta altura del viaje ya odio el despertador, y mi mochila, si bien no compramos nada en este destino, pesa más que antes (o está mal acomodada, no sé). Yo también peso más que antes , mejor le aflojo a los hidratos. Ya subimos al tren, nos vamos a Florencia!!

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