sábado, 14 de abril de 2012

Qué emoción! Llegamos a UDINE!


Llueve, diluvia y caen soretes de punta el día que elegimos para ir a Udine.  Pero estamos emocionados y ansiosos por conocer el lugar donde nació Dino (mi suegro, y papá de Dami), asi que nos abrigamos (suerte que compramos esos polar en Decathlon!! Y suerte que Tere nos hizo traer un paraguas), desayunamos bien temprano en el hotel chino (por fin alguien del hotel que habla en inglés y nos carga el termo para el mate!) y salimos tempranito para la estación de tren.  Nos separan 127 km. y el tren está cómodo y calentito, pero no da para dormir y despertarse quién sabe dónde.
Llegamos a Udine. Sigue lloviendo, pero nada comparado a lo que lloverá después. Atravesamos la Porta Aquileia (que es como un portal de entrada).  Es una emoción tremenda, sobre todo porque es más lindo de lo que esperábamos. Tranquilo, lindo, ordenado. Casas y casitas que conservan, en su mayoría un estilo. Más urbanizado de lo que imaginamos, circulan alfa romeos y audis como si nada. El olorcito a café de la media mañana me está matando, pero no puedo dejar de sacar fotos, y tengo que seguirle el ritmo a Damián, que está potenciado por la ansiedad de llegar a Tiberio Deciani  71. Pasamos por la puerta del museo del Duomo, caminamos por  la Piazza della Libertá y sacamos miles de fotos a la torre del Reloj y la Loggia del Lionello. Al lado hay un Castillo y por supuesto, otra iglesia (bueno, hay millones). Hablando de iglesias, allí vamos, a las iglesias donde Dino se bautizó y tomó la comunión.
Listo, basta de dar vueltas, vamos a Tiberio Deciani 71 y veamos qué hay, porque esta lluvia nos está pudriendo.
Ufa, qué decepción,  hay unos departamentos. Hubiera sido genial encontrar una casita con un cartelito que diga “acá vivía Dino Peloso”, o algo así. Pero bueno, era esperable que en una casa de más de 70 años no estuviera  más.
Lo que sí está, y tiene un cartelito de “lugar histórico”, es la Trattoría Al Frati, un restaurante donde  cocinaba la tía de Dino, y es hermoso!! Así que decidimos probar la pasta italiana. “buongiorno, io parlo español, entiende español?”” No”, me dijo, “mangiare?” Listo, nos entendemos. El menú estaba imposible de leer, pero la camarera nos sugirió un primo y secundo (se entiende que son dos platos no?) que decidimos compartir. Unas pastas con espinaca y no sé qué, que estaban buenísimas. Y el segundo plato una carnecita bastante cruda, condimentada a la perfección, que a Dami le encantó y yo me comí las papas. El tiramisú estaba tentador, pero fuimos por el cafecito, y lo de cafecito es literal, porque lo sirven en un pocillito de 1 ml. bien concentrado.
Con la panza llena y mucha fiaca volvimos a sumergirnos en la lluvia para pasar por la biblioteca y rodear el castillo, que tiene una vista preciosa de la ciudad. Si no estuvieran esas nubes, sería perfecto.
En el camino, hacemos una parada para comprar unos regalitos. Estamos contentos, y se lo contamos a todos los vendedores que parecen alegrarse por nosotros. La que no entendió nada fue la china que nos atendió en el negocio donde compramos una valija para agrandar el equipaje, ella me hablaba en chino, yo en español, y gratzie de acá y de allá, nos vendió lo que quisimos.
 Y en algún momento tenía que pasar, con tantas diagonales nos desorientamos y casi volvemos caminando hasta Venecia en busca del Templo Osario. Listo! Lo encontramos, nos merecemos un capuccino para secarnos un poco y emprender la vuelta en tren, desde donde estoy escribiendo estas líneas mientras Dami mira por los vidrios empañados, con una sonrisa que ojalá le dure para siempre…
PD: subimos muchas fotos para que las pueda ver Dino, pero vale hacer zapping.

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