domingo, 29 de abril de 2012

Bonjour PARIS!


En menos de lo que tarda un micro de Bs. As. a Mar del Plata, estamos en otro país completamente diferente. París también nos recibe con lluvia, y así es como se va a quedar los próximos 5 días.
Llegar a la estación de tren de cualquier país siempre es un cambio, y esta vez no es la excepción. Creo que nos imaginábamos la estación de otra forma, más moderna, más ordenada. Sin embargo, en el período de tiempo que Damián merodeó por la estación tratando de recuperar el cuchillo despachado, nosotros 3 esperamos en un rinconcito, atormentados por el idioma, mientras recibíamos pedidos de todo tipo, que suponemos, era plata. “Ye ne comprepá”, una de las 3 frases que me había estudiado a la perfección para estos casos. A los chinos siempre les funciona en el supermercado. “No entiendo” es universal, y para mí significa “no te doy bola”, entre otras cosas.
Despacho recuperado, intentamos comprar los boletos de metro, no quiero ser reiterativa pero, en estos países, los aeropuertos y las estaciones están conectados con el centro de la ciudad. No era tan difícil de planificar cuando hicieron los aeropuertos  parece…. Ahí  va otra frase: “parle vu anglá?”.”No, pero hablo español”. Y a partir de ahí, nuestro sueño se hizo realidad. Los franceses hablan español.
Rápido, rápido nos fuimos hasta el departamento que habíamos alquilado. Es el día de hoy que sigo asombrada de lo orientado que está mi marido. Tiene un google maps en el cerebro, que se actualiza con cada conexión a internet. Llegamos y nos recibe Menhi, o como se escriba, y a subir 5 pisos. Por escalera. Con equipaje, por supuesto. Disnea clase funcional 4 le llamamos Bren y yo. No puedo respirar, le llamaría el resto. Las escaleras son angostas, viejas como todo el edificio, o más. El departamento es el del último piso. Y su superficie total sería comparable a la del bañito que hay en mi casa, debajo de la escalera. Las fotos de internet son una engaña pichanga, diría Damián, ya que la habitación de arriba, es un entrepiso donde hay un colchón en el piso, y hay que entrar agachado. No apto para claustrofóbicos, ni para Bren que le tiene pánico a los bichos. El ambiente principal es la habitación-cocina-living-mini baño. Bueno, no importa, la ubicación es óptima y no pensamos cocinar. Largamos los bártulos y salimos a caminar, deslumbrados por un atmósfera totalmente distinta de la que veníamos. París tiene una onda impresionante. Florerías, verdulerías lindas!! Donde se ha visto una verdulería linda en Buenos Aires? Vean las fotos y opinen. Y esas panaderías, por Dios y la Virrrrgen las cosas que tienen!! En París nos pusimos un par de kilos de más, es todo tan rico y tentador. Y encima llueve, hace frío, y llueve más al día siguiente.
Qué hace uno cuando llega a vacacionar a la playa? Se pone las ojotas y se va a la playa. Bueno, nosotros partimos rumbo a la Torre Eiffel, qué mejor bienvenida a París que esta. En el trayecto, hicimos un recorrido fotográfico por el Pont Neuf, por el  barrio Saint Germain, por los cafés donde se juntaban escritores importantes y los lugares que describía Cortázar, mi amiga es una experta en la materia y no le dan las piernas para ir de un lugar a otro de tanta emoción.
En el camino, nos topamos un el mejor baño público que hemos visto hasta ahora, y considero que es inmejorable. Un baño al que se accede tocando un botón, se cierra la puerta, y una voz de dama comienza a hablar en francés, supongo que dando instrucciones de algo que, a esta altura del partido, sabemos de memoria cómo hacer. Uno se aleja del inodoro, elije cuán caudaloso debería ser el desagote del inodoro (de acuerdo a lo depositado por uno, se entiende), se acerca al lavatorio donde, extendiendo las manos, éste le proporciona jabón y agua, y luego aire caliente para secado. Al presionar un botón, se abre la puerta, que se cierra cuando uno sale, para que se lave todo el baño y pueda entrar el siguiente. Dios bendiga a París por instalarlos, y a la señora que nos explicó cómo se entraba. A propósito de esta señora, debo decir que también nos llevamos una grata sorpresa con la gente con la que nos cruzamos. Nos habían advertido que los parisinos eran mala onda y poco amables, pero no hubo un solo día en los que nos hayan visto parados en una esquina con un mapa y no nos hayan preguntado dónde queríamos ir.
Chaparrones de por medio, pasamos por el Puente Alexander III, Les Invalides, los Jardines de Tuileries, y mientras de lejos vemos al museo del Louvre y la Iglesia de Notre Dame, ahí en frente tenemos la torre! Ahora sí, a subir los cientos de escalones para acceder a una de las mejores vistas de París, aprovechamos que salió el sol para sacar unas cuantas fotos, en las que salimos un poco despeinados por el chiflete que corre ahí arriba.
Al día siguiente, tomamos el tren a Versailles para visitar el Palacio y sus hermosos jardines. Diríjase al álbum de fotos e imagine cuán bellos serían sin esos nubarrones negros constantemente amenazantes alrededor. El Palacio, por dentro, es divinamente ostentoso. Como todos los palacios que visitamos hasta ahora, tiene una sala para cada cosa. Mientras caminamos, nos preguntamos cuántos sirvientes tendrían, cómo harían para encontrarse sin intercomunicador en las habitaciones, y cosas útiles de ese estilo. Tuvimos que pagar entrada a los jardines, que habitualmente no se paga, pero con la suerte de presenciar el show de aguas danzantes, que esperamos más de una hora que empiece…nada comparado con la Fuente Mágica de Barcelona que , usted, lector frecuente, recordará de post anteriores. Basta de soportar este frío, nos tomamos el tren de regreso para subir al Arco del Triunfo, y luego caminar por Champs Elysées, una emblemática avenida parisina llena de comercios  (de los famosos y caros), qué lugar tan top!.
Caminar por París es un placer, pero siento que tengo las piernas cortas al lado de las de mis compañeros, porque ya me llevan una cuadra, y justo estos días me agarró una contractura muscular en el tórax que de a ratos no me deja respirar. Creo que todo empezó cuando corrimos con el equipaje por el aeropuerto de Londres. Qué suerte que Darío hace unos masajes fabulosos, en pocos días, estoy casi curada.
También visitamos las Catacumbas de París, porque parece que toda la ciudad tiene túneles y catacumbas por debajo. Son del 1700 o antes, y resulta que ahí ponían a los muertos de la guerra, y de la peste porque parece que largaban olor. Un tiempo después, se pusieron a “organizar” los cadáveres, y bueno, quedó así. El recorrido es super interesante, y no apto para claustrofóbicos. De este espacio cerrado pasamos a otro totalmente abierto, los Jardines de Luxemburgo, luego de donde hacemos un stop para comernos un crep calentito para paliar el hambre y el fresquete.
Ya estamos listos para subir escaleras. Me corrijo diciendo que los demás están listos, yo simplemente, voy a sacar unas fotitos con el poco aliento  que me queda, a Notre Dame.  Y después, a bajar a las criptas arqueológicas. Y después a Saint Chapelle (que tiene unos vitreaux espectaculares!!), a la Consergerie, que para que vean que por lo menos leí los cartelitos, les cuento que era una antigua prisión en la época de la Revolución francesa, donde estuvo presa María Antonieta antes de ser decapitada. Qué copados los franceses en ese entonces.
El museo del Louvre, gigantesco, famosísimo desde antes de salir en esa peli (El código Da Vinci), nos abre sus puertas después de ca…. de frío un rato en la entrada. Elegimos dos o tres cosas que deseamos conocer, tal como sugieren las guías, ya que es inmenso comparado al tiempo que nos queda en París . Elegimos ver lo más divertido y lo más famoso. Qué frívolos. Así que visitamos las salas de Egipto y Grecia, la Venus (esa que no tiene brazos) algunas pinturas de artistas conocidos, como por ejemplo, La Mona Lisa, que la reconocimos porque siempre está rodeada de un tumultuoso grupo de japoneses sacando fotos. Justito en frente, hay una pintura gigantesca: las Bodas de Caná, no sé por qué a la Gioconda le dan más bola. Damián fue el único que quiso escabullirse en el tumulto oriental para sacarle una foto, y cuando volvió dijo “Te hipnotiza”. Qué miedo.
Después fuimos a Montmartre, que está como en una colina, y supuestamente tiene varias cosas para ver. Digo supuestamente porque era tanto tanto lo que diluviaba, que no pudimos hacer mucho más que almorzar en un barcito, entrar a la Iglesia de Sacre Coeur, obviar el paseo de compras por los mercados y negocios de souvenirs (ufa!!), y hacer una pequeña recorrida por los sex shops, previa foto en el Moulin Rouge. Una mañana casi perdida, y de mal humor, que no mejoró demasiado como el clima, cuando caminamos por la zona de las Galerías Lafayete, e hicimos una pequeña escala en Decathlón en busca de algunas ofertas.
Cena de lujo en la casa de Dorothée!! Dorothee es la hermana de Philippe, uno de nuestros huéspedes en Buenos Aires el verano pasado. Nos hizo una invitación irresistible: una cena con quesos y vinos franceses. Era lo que estábamos necesitando, rica comida, ricos vinos, y una excelente compañía de una francesa que nos pudiera contar un  poco más de su hermoso país.
Qué bien la pasamos!! Probamos quesos de cabra, roquefort (que suena tan distinto cuando lo dice un francés…), camembert, y algún jamón crudo para acompañar. También nos dio una explicación sobre el origen de los vinos que probamos, que al rato no me la acordaba justamente por eso, porque los probé. La velada fue una conjunción de cosas, no sé si fue el vino, la buena onda de nuestra anfitriona, o que Brenda toma dos sorbos y ya se pone así, pero nos reímos mucho (y eso que hablamos de política también) y la pasamos muy bien. Super agradecidos, y siendo nuestra última noche en París, todavía nos queda pendiente ver el show de luces en la Torre Eiffel, así que corremos y corremos, hasta que casi sin aliento, llegamos, cuando se apaga. Ufa, hay que esperar 50 minutos. Mientras dura el efecto del etanol estamos bien, pero en seguida se pasa, y empieza a llover torrencialmente. Por fin!! La torre destella coloridamente!! Es impresionante el espectáculo, y tanto lo que llueve, que apenas termina nos subimos a un taxi ansiosos por zambullirnos en la cama calentita. Oh, oh…una gotera en el “ático” sobre nuestro colchón. Todas las colchas mojadas. Un despliegue sin precedentes para bajar ese colchón por la diminuta escalera caracol (si no fuera que estábamos los 4 colgando del colchón hubiera sacado una foto), para dormir cual gitanos, todos en el monoambiente. Mientras, y marcando el paso, el vecino de abajo golpea el techo para que todos nos vayamos a dormir, como si no quisiéramos. Se hace de día más rápido que de costumbre, nuestros últimos ratitos en París alcanzan para tomar el Batobus, visitar el Centro Pompidou, caminar un poco por Les Marais, y entrar a una panadería que, sin exagerar, era el paraíso. Con un cansancio terrible acumulado de la noche anterior, armamos las mochilas, y nos despedimos de nuestros amigos que seguirán un rumbo diferente. Gracias por estos días hermosos! Nosotros tratamos de subir al metro que nos lleva al aeropuerto. Digo tratamos porque una vez más, nos sentimos como en la estación Congreso a las 6 de la tarde. Pero este es el primer mundo, porque hay un negro con chaleco fluorescente cuyo trabajo consiste en empujar para adentro del vagón a la gente que no entra (mientras grita algo en francés) y cierra la puerta.
Esperamos al subte siguiente ya que contamos con tiempo de sobra. Damiancito está alistado con tanta anticipación que podríamos viajar a otro país y volver antes de tomar nuestro avión. Está bien, prefiero así. Nos espera una larga noche en nuestro vuelo a Atenas!

1 comentario:

pabanais dijo...

We did not receive your updates! We have just seen your post on Paris ;-)
We are glad you spent good time in Paris, especially with Dorothee!
Hope to have news from you soon,
As far as we are concerned, we are now in Laos, and it's very great!
Hugs!!

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