miércoles, 25 de abril de 2012

Rainy London

Después de un lindo viaje por una aerolínea como la gente, nos deleitamos con las luces que vemos por las ventanas del avión al arribar a Londres. Bren y Dari nos esperan en el departamento que alquilamos para cenar y ponernos al día con las novedades. Pero no va a poder ser por un largo rato, ya que el aeropuerto de Heathrow nos recibe con una cola eterna en la oficina de inmigraciones. Por supuesto que no hay una sola fila. Está la fila de Comunidad europea/Reino Unido versus Resto del Mundo, a la que nos acoplamos durante más de 2 horas y media!!!! Sí, créanlo. Todo el mundo protestando, pero a los tipos no se les mueve un pelo. Eso sí, de a ratitos repartían botellitas de agua. Trato de avisarle a mi amiga para que no se pasen los fideos, pero me encuentro con el celular sin baterías, y sin el cargador (y el adaptador europeo correspondiente). Bingo, y esto recién empieza. Antes de viajar tenía un temor (o llamémoslo pálpito) al que todos llamaban irracional. No quería llegar a Londres de noche. Se rieron de mí, pero la profecía se cumplió, y nos hicieron perder el último subte que nos dejaba en nuestro hogar, el de las 23.45 hs. Por 8 minutos. “Business or vacation? How long? Your previous and next destination.” Toda esa cola para eso, y a pesar de que corrimos con el equipaje como locos por el aeropuerto ya casi desierto, llegamos y el subte se había ido. Un negro de la estación de subte nos dice que es que estaba en el andén era el último, pero que no iba al centro. Nos insiste en que tomemos ese y nos bajemos en Hammersmith. No sabíamos ni qué carajo era Hammersmith, pero insistió en que nos bajemos allí, que nos acercaría y el taxi sería más barato. Corremos porque el tren se va, sin saber dónde catzo estaríamos. Londres tiene miles de líneas de metro, pero al mirar el cartelito, supimos que era la mejor (léase única) opción. Salimos, paramos un taxi (que está buenísimo) y por fin el taxista entendió que queríamos ir a Leicester square. Parece que “Leicester” se pronuncia “leista”. Mi acento británico necesita unos ajustes. Tres horas más tarde de lo imaginado llegamos al departamento. Brenda caminaba por las paredes, y en su cabeza ya tenía armado un algoritmo loco que incluía todos los lugares donde buscarnos y todos los teléfonos donde llamar. Pero conociéndome como nadie, la primera opción que manejaba era mi mala suerte, y se limitó a mandarme mensajes que nunca me llegarían. Saciamos las necesidades básicas (comida, baño, café y escasas horitas de sueño)  para empezar nuestros dos días por Londres.
Debo decir que no iba con demasiada expectativa. Conocíamos algunas cosas de Londres por nuestros libros de inglés: nos sonaba el acento, sabíamos que el tránsito va al revés, que llueve todo el tiempo y que los colectivos son rojos y tienen dos pisos. Pero no nos imaginábamos todo lo que había para hacer, y lo buena que estaba la ciudad!!
Frío y lluvia, pero una lluvia rara. Llueve de repente, y al rato sale el sol, no siempre por supuesto, o por lo menos mientras nosotros estuvimos, no paró de llover un maldito momento (estoy moderando un poco mi léxico)  aunque sea para sacar una linda foto. Y como uno tiene pocos días para pasear, hay que abrigarse y salir. Fundamental, viajero amigo, llevar una buena campera impermeable, paraguas, cubremochilas, ropa térmica y de secado rápido, y calzado adecuado (no como mis zapatillas agujereadas que me arruinaron la mitad de las vacaciones).
La Torre de Londres, una “ciudad” medieval donde viven menos de 30 personas, donde conservan un montón de cosas históricas (como armaduras, armas..) y….las joyas de la corona!!! Por Dios, lo que son esas cosas! Hay que verlo, sin dudas. También hay que pasar por el Tower Bridge (el puente de la torre), el Big Ben (de día y de noche eh!),  Westminster y su abadía, el London Eye (esa vuelta al mundo que aparece en las pelis)  y el Buckingham Palace. Con respecto a éste último, sabemos que su mayor atractivo es el cambio de guardia, para lo cual hay que visitar las páginas de internet porque las guías que uno tiene no siempre tienen la información correcta: conclusión, nos perdimos el cambio de guardia. Impresentables.
Londres tiene de todo, desde negocios de marcas renombradas e importantísimas, hasta mercados que tienen de todo (me quedé con las ganas del Candem Market…para la próxima). Nuestros amigos se aventuraron en unas compras y nos orientaron por dónde hacer lo mismo. Elegimos la calle de las tiendas de electrónica, y Habemus cámara réflex!.
Sigue lloviendo mientras hacemos lo nuestro: caminar y caminar por Picadilli Circus, Oxford street, Regend St. y Trafalgar Square (que es una rotondita con un monumento, resumiendo. )  Y ya que vemos a todos con su vaso de café para llevar circulando por las calles, nos camuflamos y adquirimos el nuestro.
Nos llama la atención que los lugareños parecen no afectarse por la lluvia continua. Visten como gente normal, con polleras, chatitas, y ni siquiera llevan paraguas o pilotos algunos. Se paran en el medio de la vereda para leer un mensaje de texto,  a la vista sorprendida de nosotros cuatro, acobachados en algún techito esperando que pare de llover. Alrededor del Támesis, y con una sensación térmica que roza los 0 grados, les pinta salir a correr. En short y musculosa. Debajo de la lluvia…También pasan por barcito y se toman su cerveza, también parados debajo de la lluvia. Qué necesidad no?
Hay un montón de museos que no llegamos a recorrer. Hay algo genial que tienen estos tipos y es que los museos son gratis. Hay museos de arte, de historia, de ciencias…. Y en nuestro escaso tiempo visitamos el British Museum. Divina la sala dedicada a los egipcios! Las momias, los sarcófagos… Tanto en éste como en el resto de los museos de tooooodos los países que visitamos, nos vemos invadidos por la presencia de esos seres, casi personas diríamos, los alumnos de las escuelas. No los banco más, pero me encanta que puedan estar viendo esas maravillas que tienen en su país. El Tate modern museum es de arte moderno. A ese lo visitamos por fuera porque la lista de cosas para visitar cada vez estaba más llena.
Otro de los buenos momentos: salimos a cenar con nuestro amigo londinense Tim Moss, quien muy amablemente eligió un lugar bueno y barato para probar alguno de sus platos típicos. Pasamos un excelente rato, y volvimos a casa con la panza llena y muy contentos de habernos encontrado. Aprovecho para publicitar su libro!! Se llama: “How to Get to the North Pole:
and Other Iconic Adventures” ( http://thenextchallenge.org/books/) , ideal para quien esté pensando en organizar sus próximas vacaciones en el Polo Norte, o simplemente para quien disfrute de la lectura de algo que nunca va a poder hacer en su vida, en inglés por supuesto.
Con la promesa de volver para seguir recorriendo esta maravillosa ciudad, y después de una noche de sesión fotográfica para captar nuestros lugares favoritos iluminados, nos abrigamos, abrimos el paraguas, y nos vamos a la estación del Eurostar, un tren de alta velocidad (no a la velocidad de la luz, como creyó mi amiga…) que a través del canal de la mancha, nos llevará a nuestro próximo destino: Paris!!!
Contratiempo de por medio, como no podía ser de otra manera. Detector de metales buchonea cuchillo comprado en Toledo de la mochila de Damián. Con su mejor cara de nada, el muy inglés empleado, se calza unos guantes y se dispone a vaciar los 15 kilos del contenido de la mochila, oliendo cada cosa que le parecía sospechosa, por ejemplo, el mate, que llamativamente a esta altura del partido todavía no sabe qué es. Lamentablemente la bolsa de la ropa sucia no llegó a su bulbo olfatorio porque antes encautó el cuchillo, y pidiéndonos muchas disculpas, con ese acento respetuoso pero que te la manda a guardar, nos hizo despachar aparte el cuchillo, abonando la módica suma. Eighteen pounds, dijo el muy hdp. Son 18 libras, que multiplicadas por 7 serían…..más de las que quisiera pagar por llevarme algo que ya es mío. París me recibirá de pésimo humor.

1 comentario:

natalia dijo...

ME encanta el blog! Y que bueno que disfruten mucho!!!!!

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