Después de un lindo
viaje por una aerolínea como la gente, nos deleitamos con las luces que vemos
por las ventanas del avión al arribar a Londres. Bren y Dari nos esperan en el
departamento que alquilamos para cenar y ponernos al día con las novedades. Pero
no va a poder ser por un largo rato, ya que el aeropuerto de Heathrow nos
recibe con una cola eterna en la oficina de inmigraciones. Por supuesto que no
hay una sola fila. Está la fila de Comunidad europea/Reino Unido versus Resto
del Mundo, a la que nos acoplamos durante más de 2 horas y media!!!! Sí,
créanlo. Todo el mundo protestando, pero a los tipos no se les mueve un pelo.
Eso sí, de a ratitos repartían botellitas de agua. Trato de avisarle a mi amiga
para que no se pasen los fideos, pero me encuentro con el celular sin baterías,
y sin el cargador (y el adaptador europeo correspondiente). Bingo, y esto
recién empieza. Antes de viajar tenía un temor (o llamémoslo pálpito) al que
todos llamaban irracional. No quería llegar a Londres de noche. Se rieron de
mí, pero la profecía se cumplió, y nos hicieron perder el último subte que nos
dejaba en nuestro hogar, el de las 23.45 hs. Por 8 minutos. “Business or vacation? How long? Your previous and next
destination.” Toda esa cola para eso, y a pesar de que corrimos con el equipaje
como locos por el aeropuerto ya casi desierto, llegamos y el subte se había
ido. Un negro de la estación de subte nos dice que es que estaba en el andén
era el último, pero que no iba al centro. Nos insiste en que tomemos ese y nos
bajemos en Hammersmith. No sabíamos ni qué carajo era Hammersmith, pero
insistió en que nos bajemos allí, que nos acercaría y el taxi sería más barato.
Corremos porque el tren se va, sin saber dónde catzo estaríamos. Londres tiene
miles de líneas de metro, pero al mirar el cartelito, supimos que era la mejor
(léase única) opción. Salimos, paramos un taxi (que está buenísimo) y por fin
el taxista entendió que queríamos ir a Leicester square. Parece que “Leicester”
se pronuncia “leista”. Mi acento británico necesita unos ajustes. Tres horas
más tarde de lo imaginado llegamos al departamento. Brenda caminaba por las
paredes, y en su cabeza ya tenía armado un algoritmo loco que incluía todos los
lugares donde buscarnos y todos los teléfonos donde llamar. Pero conociéndome
como nadie, la primera opción que manejaba era mi mala suerte, y se limitó a
mandarme mensajes que nunca me llegarían. Saciamos las necesidades básicas
(comida, baño, café y escasas horitas de sueño) para empezar nuestros dos días por Londres.
Debo decir que no iba con demasiada expectativa. Conocíamos
algunas cosas de Londres por nuestros libros de inglés: nos sonaba el acento,
sabíamos que el tránsito va al revés, que llueve todo el tiempo y que los
colectivos son rojos y tienen dos pisos. Pero no nos imaginábamos todo lo que
había para hacer, y lo buena que estaba la ciudad!!
Frío y lluvia, pero una lluvia rara. Llueve de repente, y al rato
sale el sol, no siempre por supuesto, o por lo menos mientras nosotros
estuvimos, no paró de llover un maldito momento (estoy moderando un poco mi
léxico) aunque sea para sacar una linda
foto. Y como uno tiene pocos días para pasear, hay que abrigarse y salir.
Fundamental, viajero amigo, llevar una buena campera impermeable, paraguas,
cubremochilas, ropa térmica y de secado rápido, y calzado adecuado (no como mis
zapatillas agujereadas que me arruinaron la mitad de las vacaciones).
La Torre de Londres, una “ciudad” medieval donde viven menos de 30
personas, donde conservan un montón de cosas históricas (como armaduras,
armas..) y….las joyas de la corona!!! Por Dios, lo que son esas cosas! Hay que
verlo, sin dudas. También hay que pasar por el Tower Bridge (el puente de la
torre), el Big Ben (de día y de noche eh!),
Westminster y su abadía, el London Eye (esa vuelta al mundo que aparece
en las pelis) y el Buckingham Palace. Con
respecto a éste último, sabemos que su mayor atractivo es el cambio de guardia,
para lo cual hay que visitar las páginas de internet porque las guías que uno
tiene no siempre tienen la información correcta: conclusión, nos perdimos el
cambio de guardia. Impresentables.
Londres tiene de todo, desde negocios de marcas renombradas e
importantísimas, hasta mercados que tienen de todo (me quedé con las ganas del
Candem Market…para la próxima). Nuestros amigos se aventuraron en unas compras
y nos orientaron por dónde hacer lo mismo. Elegimos la calle de las tiendas de
electrónica, y Habemus cámara réflex!.
Sigue lloviendo mientras hacemos lo nuestro: caminar y caminar por
Picadilli Circus, Oxford street, Regend St. y Trafalgar Square (que es una
rotondita con un monumento, resumiendo. ) Y ya que vemos a todos con su vaso de café
para llevar circulando por las calles, nos camuflamos y adquirimos el nuestro.
Nos llama la atención que los lugareños parecen no afectarse por
la lluvia continua. Visten como gente normal, con polleras, chatitas, y ni
siquiera llevan paraguas o pilotos algunos. Se paran en el medio de la vereda
para leer un mensaje de texto, a la
vista sorprendida de nosotros cuatro, acobachados en algún techito esperando
que pare de llover. Alrededor del Támesis, y con una sensación térmica que roza
los 0 grados, les pinta salir a correr. En short y musculosa. Debajo de la
lluvia…También pasan por barcito y se toman su cerveza, también parados debajo
de la lluvia. Qué necesidad no?
Hay un montón de museos que no llegamos a recorrer. Hay algo
genial que tienen estos tipos y es que los museos son gratis. Hay museos de
arte, de historia, de ciencias…. Y en nuestro escaso tiempo visitamos el
British Museum. Divina la sala dedicada a los egipcios! Las momias, los
sarcófagos… Tanto en éste como en el resto de los museos de tooooodos los
países que visitamos, nos vemos invadidos por la presencia de esos seres, casi
personas diríamos, los alumnos de las escuelas. No los banco más, pero me
encanta que puedan estar viendo esas maravillas que tienen en su país. El Tate
modern museum es de arte moderno. A ese lo visitamos por fuera porque la lista
de cosas para visitar cada vez estaba más llena.
Otro de los buenos momentos: salimos a cenar con nuestro amigo
londinense Tim Moss, quien muy amablemente eligió un lugar bueno y barato para
probar alguno de sus platos típicos. Pasamos un excelente rato, y volvimos a
casa con la panza llena y muy contentos de habernos encontrado. Aprovecho para publicitar su libro!! Se llama: “How to Get to the North Pole:
and Other Iconic Adventures” ( http://thenextchallenge.org/books/) , ideal
para quien esté pensando en organizar sus próximas vacaciones en el Polo Norte,
o simplemente para quien disfrute de la lectura de algo que nunca va a poder
hacer en su vida, en inglés por supuesto.
Con la promesa de volver para seguir recorriendo esta maravillosa
ciudad, y después de una noche de sesión fotográfica para captar nuestros
lugares favoritos iluminados, nos abrigamos, abrimos el paraguas, y nos vamos a
la estación del Eurostar, un tren de alta velocidad (no a la velocidad de la
luz, como creyó mi amiga…) que a través del canal de la mancha, nos llevará a
nuestro próximo destino: Paris!!!
Contratiempo de por medio, como no podía ser de otra manera. Detector
de metales buchonea cuchillo comprado en Toledo de la mochila de Damián. Con su
mejor cara de nada, el muy inglés empleado, se calza unos guantes y se dispone
a vaciar los 15 kilos del contenido de la mochila, oliendo cada cosa que le
parecía sospechosa, por ejemplo, el mate, que llamativamente a esta altura del
partido todavía no sabe qué es. Lamentablemente la bolsa de la ropa sucia no
llegó a su bulbo olfatorio porque antes encautó el cuchillo, y pidiéndonos
muchas disculpas, con ese acento respetuoso pero que te la manda a guardar, nos
hizo despachar aparte el cuchillo, abonando la módica suma. Eighteen pounds,
dijo el muy hdp. Son 18 libras, que multiplicadas por 7 serían…..más de las que
quisiera pagar por llevarme algo que ya es mío. París me recibirá de pésimo
humor.
1 comentario:
ME encanta el blog! Y que bueno que disfruten mucho!!!!!
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