sábado, 21 de abril de 2012

Maravillosa ROMA


 El viaje en tren a 280 km. por hora es placentero, aunque el paisaje lluvioso nos sigue hasta Roma. Nos sigue para quedarse un buen tiempo. Llegamos y el panorama era desfavorable. Las calles alrededor de Roma Termini se parecen bastante a las de Bs . As. Constitución. Qué bajón arrastrar esta valijita por las calles lluviosas, más bajón que cargar esta mochila que, no quiero ser reiterativa, pero la prendería fuego. Caminamos unas cuadras y el panorama fue peor, ya que el supuesto “Bed and Breakfast” que reservamos por internet no aparecía. En esa dirección había un pequeño edificio, viejo y horrible, con un cartel que decía “Guests house” en uno de los pisos, y nada más. Por suerte la puerta estaba abierta, y comenzamos a subir pisos por la horrenda escalera. Entro al supuesto Guests House, donde me atiende un negro diciendo que, el que yo buscaba estaba en la planta baja. Nos  hace el favor de llamar al dueño por teléfono, y nos enteramos  que no estaba, que deberíamos ir a las 2 de la tarde, al horario del supuesto “check in”. Me pateo la cara de traste, pero por lo menos dejamos el equipaje en el sucucho de este negro, con total desconfianza, y nos fuimos a conocer el Coliseo Romano, el Palatino y los Foros romanos.
La lluvia no nos deja en paz, pero es tan increíble estar ahí!! Haber visto estos lugares en los libros de la escuela, y ahora estar caminando por ahí adentro, qué privilegiados nos sentimos… Si habitualmente es difícil sacar una buena foto en un lugar como este, la tarea se complica aún más, ya que a la misma cantidad de gente, hay que sumarle el mismo volumen en paraguas. Los Foros romanos, aún con lluvia, son impresionantes. Esas columnas y arcos gigantescos, esas esculturas perfectamente talladas 500 años AC, esas mega construcciones que quién sabe (bah, por lo menos nosotros no lo sabemos) cuánto  tardaron en hacerlas, impactan a la vista. La lluvia empeora, tengo hambre, estamos mojados y se acerca la hora de volver al “hostel”.
Nos recibe Paolo, a quien no saludo muy cordialmente, menos aún cuando abre la puerta de nuestra habitación y todavía estaba la gente que debería haberse ido 4 hs antes, pero no se fue porque “no había nadie..” Missunderstanding, me dice. Malentendido??? Llegar a un “bed and breakfast” y que sea una casa con 4 habitaciones  y dos baños, sin recepcionista y sin cartel en la puerta (porque “no está permitido”) es un malentendido en Roma. En Argentina se llamaba “el cuento del tío” hace unos años, ahora no sé. Una vez que nos saquemos la ropa mojada, me sentiré menos enojada.
Caminar por Roma es increíble. Uno ve un hueco en una esquina, se asoma, y descubre un espacio lleno de ruinas, columnas y estructuras hechas por los antiguos romanos, así nomás, en el medio de la calle y a la vista de todo el mundo. Uno sigue caminando, y a la vuelta de la esquina se topa con la Fontana di Trevi, enorme, hermosa, y llena de moneditas que tira la gente. Pedimos nuestro deseo y seguimos caminando hacia el Panteón, otra mole magestuosa, con una arquitectura perfecta, y al alcance de todo quien pase por la puerta. Pasamos por el Campo di Fiori, millones de Iglesias como hasta ahora, Piazza di Spagna, Piazza di Poppolo, y cada lugar que aparecía señalado en el mapita.
Dedicamos minutitos a la buena comida, por supuesto. Roma es muy caro, y la oferta para sentarse a comer es vasta. Desde sus pizzas y sus pastas, hasta su tiramisú, que obviamente probamos. También nos dimos una vueltita por San Crispino, la heladería más famosa de Roma, y gracias al consejo de nuestros amigos Marco y Jessica, nos tomamos un riquísimo heladito. También aprovechamos para caminar por su centro comercial, lleno de negocios de las grandes marcar: Louis Vuiton, Prada, Ferrari, Benetton… Las italianas portan unas carteritas que mamma mía. Uno las reconoce por la calle porque siempre están maquilladas, peinadas y arregladas, y Dami las reconocía en particular por sus polleritas con medias largas.
También por las calles te persigues estos sujetos, los inmigrantes de la India, que a toda hora están vendiendo cosas, desde souvenirs de todo tipo (son siempre los mismos made in China), hasta paraguas cuando llueve, y al minuto, lentes de sol cuando deja de llover. No sé dónde guardan su stock, pero lo tienen siempre listo. De noche continúa la venta, y frente al Coliseo ofrecen trípodes para sacar lindas fotos con la cámara, y juegos luminosos. Otra de las curiosidades de Italia, es que la gente entra a los negocios con sus perros. Está bien, la gente suele tener perros normales, tendiendo a pequeños, no como la nuestra, y nos llama la atención que no hay perros de la calle sin dueño, como en Buenos Aires.
Otro de los días es nuestra visita al Vaticano, así que arrancamos yendo en subte. Un quilombo, como en casa o peor. La masa de gente desorganizada, se empuja y se aprieta para entrar a los vagones. No bien señalizado como en España, los carteles pegados en las paredes nos guían en un laberinto donde es imposible perderse, ya que hay sólo una dirección. Dos líneas de subte recorren Roma, imposible equivocarse.
Para entrar al Vaticano se aplican las mismas medidas de seguridad que para el aeropuerto. Harta de pasar por la banda magnética y mostrar las mochilas en cada lugar del mundo, dejamos nuestras pertenencias en el guardaequipaje y hacemos la visita: primero por el museo, donde se exiben esculturas Romanas de cientos de años Antes de Cristo, cuadros de autores famosos, y retratos de reyes. Lleno de  japoneses, acá y en todos lados, que recorren las ciudades y los museos en comitivas de 20 o más personas, todos hacia el mismo lugar, y con pésimos modales y preocupación por el otro. Por una foto son capaces de todo, y a esta altura del partido, trato de evitar los lugares comunes.
La capilla Sixtina, el momento que uno espera durante todo el recorrido. Por supuesto que está prohibido sacar fotos, y piden silencio constantemente dentro del lugar, pero a la gente no le importa ninguna de las dos cosas. La primera impresión es rara. Desde el desconocimiento, yo me imaginaba un lugar más grande, con forma de iglesia, catedral o algo…pero es un lugar de relativamente pequeñas dimensiones, cuadrado. Resulta que le encargaron su decoración a Miguel Ángel, un flaco de 33 años que no tenía mucha experiencia en este tipo de pinturas. Le dijeron “pintá lo que quieras, es para una capilla” “Bueno, dale”, y arrancó. Es fundamental tener una audioguía o hacer una visita guiada, para aprovechar la visita e interpretar los frescos, y ahí es cuando uno se maravilla. Groso este Miguel, tenía clarísima la Biblia y todos los personajes y hechos litúrgicos. Es imperdible, como difícil de transmitir la experiencia. Estar ahí viendo “La Creación”…qué flash…
Y después de esa sacudida a los sentidos, visitamos la Catedral de San Pedro, situada en el extremos de una plaza gigantesca, donde hay una fuente y un obelisco traído desde Egipto hace miles de años. Que cómo lo trajeron? No sé. Comimos unos sanguchitos del super (muy buenos) y nos pusimos en la cola para pasar, obviamente, por la puerta esa magnética que ya me tiene podrida.
La Catedral es gigantesca. Altísima. Lujosa. Y dicen que debajo del altar principal está la tumba de San Pedro. También subimos a la cúpula y luego de más de 500 escalones y sin aliento, accedemos a la vista más privilegiada de Roma. Sencillamente hermoso.
Ya nos vamos despidiendo de esta hermosa ciudad, y yo sigo sin saber cómo pedir un café. El expreso es mini mini, viene en un vasito de 2 ml. más o menos y super concentrado, es un shock de cafeína. El capuccino zafa, pero no es como el de casa. Y el último desayuno mi abstinencia era tal que le pedí un coffee with milk y me hizo un café con leche!!! Aleluya!
De noche, y para despedirnos, nos fuimos a comer unas pastas a una trattoría en Trastevere…un barrio divino, con callecitas empedradas y muchos bares y restaurantes.
Ultimo día, un estrés. Tomar un micro al aeropuerto es como tomar un micro en Retiro. Hacés la cola dos horas, y cuando viene uno, todos los que estaban atrás corren para todos lados, la gente pierde los micros porque no avisan, o no escuchan el llamado, y la verdad que los tanos tienen muy poca tolerancia para el reclamo en ventanilla. Por fin llegamos al aeropuerto, donde vamos a pasar toda la tarde. Que nos para un policía para pedirnos documentos, que no se puede hacer el check in, que nadie me informa cómo hacer el trámite del tax free (“Rid de sains madam!!” me gritaba un oficial de aduana…me reservo los comentarios).
Por fin abordamos el avión de British. Arrivederci Italia!!! Londres nos espera!

1 comentario:

natalia dijo...

Que buena descripción de Roma!!

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