El viaje en tren a 280
km. por hora es placentero, aunque el paisaje lluvioso nos sigue hasta Roma.
Nos sigue para quedarse un buen tiempo. Llegamos y el panorama era
desfavorable. Las calles alrededor de Roma Termini se parecen bastante a las de
Bs . As. Constitución. Qué bajón arrastrar esta valijita por las calles
lluviosas, más bajón que cargar esta mochila que, no quiero ser reiterativa,
pero la prendería fuego. Caminamos unas cuadras y el panorama fue peor, ya que
el supuesto “Bed and Breakfast” que reservamos por internet no aparecía. En esa
dirección había un pequeño edificio, viejo y horrible, con un cartel que decía
“Guests house” en uno de los pisos, y nada más. Por suerte la puerta estaba
abierta, y comenzamos a subir pisos por la horrenda escalera. Entro al supuesto
Guests House, donde me atiende un negro diciendo que, el que yo buscaba estaba
en la planta baja. Nos hace el favor de
llamar al dueño por teléfono, y nos enteramos que no estaba, que deberíamos ir a las 2 de la
tarde, al horario del supuesto “check in”. Me pateo la cara de traste, pero por
lo menos dejamos el equipaje en el sucucho de este negro, con total
desconfianza, y nos fuimos a conocer el Coliseo Romano, el Palatino y los Foros
romanos.
La lluvia no nos deja
en paz, pero es tan increíble estar ahí!! Haber visto estos lugares en los
libros de la escuela, y ahora estar caminando por ahí adentro, qué
privilegiados nos sentimos… Si habitualmente es difícil sacar una buena foto en
un lugar como este, la tarea se complica aún más, ya que a la misma cantidad de
gente, hay que sumarle el mismo volumen en paraguas. Los Foros romanos, aún con
lluvia, son impresionantes. Esas columnas y arcos gigantescos, esas esculturas
perfectamente talladas 500 años AC, esas mega construcciones que quién sabe
(bah, por lo menos nosotros no lo sabemos) cuánto tardaron en hacerlas, impactan a la vista. La
lluvia empeora, tengo hambre, estamos mojados y se acerca la hora de volver al
“hostel”.
Nos recibe Paolo, a
quien no saludo muy cordialmente, menos aún cuando abre la puerta de nuestra
habitación y todavía estaba la gente que debería haberse ido 4 hs antes, pero
no se fue porque “no había nadie..” Missunderstanding, me dice. Malentendido???
Llegar a un “bed and breakfast” y que sea una casa con 4 habitaciones y dos baños, sin recepcionista y sin cartel
en la puerta (porque “no está permitido”) es un malentendido en Roma. En
Argentina se llamaba “el cuento del tío” hace unos años, ahora no sé. Una vez
que nos saquemos la ropa mojada, me sentiré menos enojada.
Caminar por Roma es
increíble. Uno ve un hueco en una esquina, se asoma, y descubre un espacio
lleno de ruinas, columnas y estructuras hechas por los antiguos romanos, así
nomás, en el medio de la calle y a la vista de todo el mundo. Uno sigue
caminando, y a la vuelta de la esquina se topa con la Fontana di Trevi, enorme,
hermosa, y llena de moneditas que tira la gente. Pedimos nuestro deseo y
seguimos caminando hacia el Panteón, otra mole magestuosa, con una arquitectura
perfecta, y al alcance de todo quien pase por la puerta. Pasamos por el Campo
di Fiori, millones de Iglesias como hasta ahora, Piazza di Spagna, Piazza di
Poppolo, y cada lugar que aparecía señalado en el mapita.
Dedicamos minutitos a
la buena comida, por supuesto. Roma es muy caro, y la oferta para sentarse a
comer es vasta. Desde sus pizzas y sus pastas, hasta su tiramisú, que
obviamente probamos. También nos dimos una vueltita por San Crispino, la
heladería más famosa de Roma, y gracias al consejo de nuestros amigos Marco y
Jessica, nos tomamos un riquísimo heladito. También aprovechamos para caminar
por su centro comercial, lleno de negocios de las grandes marcar: Louis Vuiton,
Prada, Ferrari, Benetton… Las italianas portan unas carteritas que mamma mía.
Uno las reconoce por la calle porque siempre están maquilladas, peinadas y
arregladas, y Dami las reconocía en particular por sus polleritas con medias
largas.
También por las calles
te persigues estos sujetos, los inmigrantes de la India, que a toda hora están
vendiendo cosas, desde souvenirs de todo tipo (son siempre los mismos made in
China), hasta paraguas cuando llueve, y al minuto, lentes de sol cuando deja de
llover. No sé dónde guardan su stock, pero lo tienen siempre listo. De noche
continúa la venta, y frente al Coliseo ofrecen trípodes para sacar lindas fotos
con la cámara, y juegos luminosos. Otra de las curiosidades de Italia, es que
la gente entra a los negocios con sus perros. Está bien, la gente suele tener
perros normales, tendiendo a pequeños, no como la nuestra, y nos llama la
atención que no hay perros de la calle sin dueño, como en Buenos Aires.
Otro de los días es
nuestra visita al Vaticano, así que arrancamos yendo en subte. Un quilombo,
como en casa o peor. La masa de gente desorganizada, se empuja y se aprieta
para entrar a los vagones. No bien señalizado como en España, los carteles
pegados en las paredes nos guían en un laberinto donde es imposible perderse,
ya que hay sólo una dirección. Dos líneas de subte recorren Roma, imposible
equivocarse.
Para entrar al
Vaticano se aplican las mismas medidas de seguridad que para el aeropuerto.
Harta de pasar por la banda magnética y mostrar las mochilas en cada lugar del
mundo, dejamos nuestras pertenencias en el guardaequipaje y hacemos la visita:
primero por el museo, donde se exiben esculturas Romanas de cientos de años
Antes de Cristo, cuadros de autores famosos, y retratos de reyes. Lleno de japoneses, acá y en todos lados, que recorren
las ciudades y los museos en comitivas de 20 o más personas, todos hacia el
mismo lugar, y con pésimos modales y preocupación por el otro. Por una foto son
capaces de todo, y a esta altura del partido, trato de evitar los lugares
comunes.
La capilla Sixtina, el
momento que uno espera durante todo el recorrido. Por supuesto que está
prohibido sacar fotos, y piden silencio constantemente dentro del lugar, pero a
la gente no le importa ninguna de las dos cosas. La primera impresión es rara.
Desde el desconocimiento, yo me imaginaba un lugar más grande, con forma de
iglesia, catedral o algo…pero es un lugar de relativamente pequeñas
dimensiones, cuadrado. Resulta que le encargaron su decoración a Miguel Ángel,
un flaco de 33 años que no tenía mucha experiencia en este tipo de pinturas. Le
dijeron “pintá lo que quieras, es para una capilla” “Bueno, dale”, y arrancó.
Es fundamental tener una audioguía o hacer una visita guiada, para aprovechar
la visita e interpretar los frescos, y ahí es cuando uno se maravilla. Groso este
Miguel, tenía clarísima la Biblia y todos los personajes y hechos litúrgicos.
Es imperdible, como difícil de transmitir la experiencia. Estar ahí viendo “La
Creación”…qué flash…
Y después de esa
sacudida a los sentidos, visitamos la Catedral de San Pedro, situada en el
extremos de una plaza gigantesca, donde hay una fuente y un obelisco traído
desde Egipto hace miles de años. Que cómo lo trajeron? No sé. Comimos unos
sanguchitos del super (muy buenos) y nos pusimos en la cola para pasar,
obviamente, por la puerta esa magnética que ya me tiene podrida.
La Catedral es
gigantesca. Altísima. Lujosa. Y dicen que debajo del altar principal está la
tumba de San Pedro. También subimos a la cúpula y luego de más de 500 escalones
y sin aliento, accedemos a la vista más privilegiada de Roma. Sencillamente
hermoso.
Ya nos vamos
despidiendo de esta hermosa ciudad, y yo sigo sin saber cómo pedir un café. El
expreso es mini mini, viene en un vasito de 2 ml. más o menos y super
concentrado, es un shock de cafeína. El capuccino zafa, pero no es como el de
casa. Y el último desayuno mi abstinencia era tal que le pedí un coffee with
milk y me hizo un café con leche!!! Aleluya!
De noche, y para
despedirnos, nos fuimos a comer unas pastas a una trattoría en Trastevere…un
barrio divino, con callecitas empedradas y muchos bares y restaurantes.
Ultimo día, un estrés.
Tomar un micro al aeropuerto es como tomar un micro en Retiro. Hacés la cola
dos horas, y cuando viene uno, todos los que estaban atrás corren para todos
lados, la gente pierde los micros porque no avisan, o no escuchan el llamado, y
la verdad que los tanos tienen muy poca tolerancia para el reclamo en
ventanilla. Por fin llegamos al aeropuerto, donde vamos a pasar toda la tarde.
Que nos para un policía para pedirnos documentos, que no se puede hacer el
check in, que nadie me informa cómo hacer el trámite del tax free (“Rid de
sains madam!!” me gritaba un oficial de aduana…me reservo los comentarios).
Por fin abordamos el
avión de British. Arrivederci Italia!!! Londres nos espera!
1 comentario:
Que buena descripción de Roma!!
Publicar un comentario